jueves, 16 de agosto de 2007

Hacia delante

Al no poder escribir, por falta de ganas y tiempo, decidí robarme las palabras y, por eso, transcribí un texto que leí tiempo atrás y me parece importante. Sobre todo en estos días, cuando faltan apenas dos meses para las elecciones presidenciales, en las que decidiremos quién nos gobernará durante los próximos cuatro años, nada más y nada menos. Pero bueno, así están las cosas, la rebelión de la clase media argentina duró apenas unos meses y nuevamente aceptó las reglas de juego que imponen desde arriba, desde los que dirigen la batuta. Es así, ojalá otro viviera en otro lugar en este mismo lugar, pero no, vive en este acá y hay que aceptar las reglas del juego. Si la mayoría quiere esto, esto es lo que hay que soportar. Dicen que en la democracia la gente habla a través del voto y las urnas ya hablaron, dieron su veredicto. La población, por lo menos la de la capital federal, quiere a gente como Macri en el poder, para que tome las desiciones, pensando quizá, que desde el lugar de jefe de gobierno nos dará a todos las recetas de su fortuna. Malas nuevas. Para tener su fortuna debemos existir nosotros, o sea, a quién sacarle el dinero. Basta de palabras, dije que no iba a escribir. A continuación un relato extraído de "Relatos del Viejo Antonio", el libro del Subcomandante Marcos, referente del Ejército Zapatisla de Liberación Nacional.


Rendirse no existe en palabra verdadera

En el Comité estuvimos discutiendo toda la tarde. Buscamos la palabra verdadera en lengua para decir RENDIR y no la encontramos. No tiene traducción en tzoltzil ni en tzetal, nadie recuerda que esa palabra exista en tojolabal o en chol. Llevan horas buscando equivalentes. Afuera llueve y una nube compañera viene a recostarse con nosotros. El viejo
Antonio espera a que todos se vayan quedando callados y solo quede el múltiple tambor de la lluvia sobre el techo de lamina. En silencio se me acerca el viejo Antonio, tosiendo la tuberculosis, y me dice al oído:

-Esa palabra no existe en lengua verdadera, por eso los nuestros nunca se rinden mejor se mueren, por que nuestros muertos mandan que las palabras no andan no se vivan. - Después se va hacia el fogón para espantar el miedo y el frió. Se lo cuento a Ana Maria, ella me mira con ternura y me recuerda que el viejo Antonio ya esta muerto....

La incertidumbre de las ultimas horas de diciembre pasad se repite. Hace frió, las guardias se revelan con una contraseña que un murmullo. Lluvia y lodo apagan todo, los hermanos murmuran y el agua grita. Alguien pide un cigarrillo y el fósforo encendido ilumina la cara de la combatiente que esta en la posta.... un instante solamente... pero se alcanza a ver que sonríe... llega alguien, con la gorra y el fusil chorreando agua. – hay café – informa. El comité, como es costumbre en estas tierras, hace una votación para ver si toman café o siguen buscando el equivalente de RENDIRSE en lengua verdadera. Por unanimidad gana el café. NADIE SE RINDE.

¿Nos quedaremos solos?


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