Cada vez más extraño –en verdad había escrito lindo, pero lo borré inmediatamente porque me pareció de muy mal gusto esa palabra en este situación - se pone el panorama. Voy a contar brevemente una situación. Ayer me dormí mirando la sesión de los senadores sobre las retenciones. No resistí más cuando escuché hablar a Rodríguez Saa y, entre sueños, alcancé a oír una voz nefasta, la de Carlos Saúl Menem. Mi memoria había borrado el dato de que ese pedazo de sinvergüenza había sido nombrado Senador de la Nación. Qué poco que sabemos de historia los Argentinos. Pero también entre sueños reflexioné, si ellos dos están con el campo, por suerte yo no estoy en esa vereda. Como decía, me quedé dormido con la televisión encendida. En un momento me desperté y vi el título. Rechazaron la resolución de las retenciones móviles. Seguí durmiendo.
Recién a la mañana siguiente me enteré de cómo habían sido las cosas. No me interesa analizar la actitud del nuevo ídolo nacional, el ingeniero Cobos. Lo que sí me interesa es ver como miles de mamarrachos festejaban como una victoria la sanción de una cámara de senadores a la que no dejaron de presionar y amenazar durante toda la semana. Me pregunto, si esos mismos senadores hubieran votado lo contrario, hoy serían tan respetados como ahora. No me sorprende ver a la gente de la Sociedad Rural –por favor, ingresen esa sigla en google y lean un poco su historia para luego decidir si los siguen apoyando – lo que si no deja de sorprenderme es ver a gente común y corriente apoyándolos. La torta es de ellos, entiéndanlo, nunca de los que estamos abajo. Me irrito cada vez que leo o escucho la concentración del pueblo, ver a esa manga de HIJOS DE PUTA cantar “Argentina, Argentina” o las estrofas del himno nacional. Pusieron en el tapete un montón de mentiras, que ellos lo hacían por el bien del país, para que la plata no se la lleve el gobierno y que le vaya a la gente, que la coparticipación estaba siendo burlada. Cuanta mentira, cuanta maldad concentrada. Entendamos de una vez que lo único que los mueve es la plata.
Me pregunto por qué no concentraron tanta gente cuando Menem, el mismo que estaba ayer defendiendo al campo, sacó los decretos que indultaron a los genocidas de este país. Jamás se les ocurrió cortar una ruta o hacer un paro de más de 100 días. Cuando la desocupación y la miseria llegaron a índices inauditos nadie salió a protestar ni a golpear cacerolas, recién lo hicieron cuando le tocaron sus ahorros.
Basta de mentiras. Quieren protestar, háganlo. Pero digan la verdad. “Me están sacando parte de mi ganancia y eso no me gusta, la quiero toda para mí”. Ese es el verdadero eslogan de la gente del campo. No me vengan con ninguna otra pavada.
Esto no quiere decir que esté con el gobierno. Un ejemplo. Toda mi vida, desde chico por mis padres y después por mi propia decisión, fui a las marchas del 24 de marzo y a la mayoría de las marchas de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Desde que se alinearon detrás de este gobierno no fui más. No me gusta Kirchner, ni Cristina, ni los Fernandez, ni los De Vido, es más, están muy lejanos de siquiera agradarme. Pero no tengo ninguna duda que los de enfrente son peores.
Sumo y sigo. Hasta que salió el resultado no paré de escuchar a los medios y a toda la gente decir que el aparato del gobierno estaba siendo usado para sobornar y comprar votos que hagan que la resolución en cuestión sea aprobada. A nadie se le ocurre sospechar que los pooles de siembra hicieron lo mismo. Nadie ni siquiera se lo preguntó. ¿Por qué? Acaso piensan que no tienen dinero suficiente. Si seguimos una lógica, apliquémosla para todos, no sólo para nuestros enemigos.
Sueño con ver el día en que las cacerolas suenen para pedir que no haya más hambre, que no haya más pobres, que las tierras sean devueltas a los pueblos originarios, que tengamos un país más justo, que se termine con la represión y los abusos policiales, para que no haya más violaciones, para que funcione el sistema judicial. ¿Será mucho pedir?
Dejo un texto de Galeano que me parece sirve para entender en donde estamos parados.
Desde el corazón de la jungla de cemento,
Saludos y que el corazón siga latiendo donde de por sí le toca, es decir…..a la izquierda.
El hambre
Un sistema del desvínculo: El buey solo bien se lame.
El prójimo no es tu hermano, ni tu amante. El prójimo es tu competidor, un
enemigo, un obstáculo a saltar o una cosa para usar. El sistema que no da
de comer, tampoco da de amar: a muchos condena al hambre de pan y a
muchos más condena al hambre de abrazos.
Recién a la mañana siguiente me enteré de cómo habían sido las cosas. No me interesa analizar la actitud del nuevo ídolo nacional, el ingeniero Cobos. Lo que sí me interesa es ver como miles de mamarrachos festejaban como una victoria la sanción de una cámara de senadores a la que no dejaron de presionar y amenazar durante toda la semana. Me pregunto, si esos mismos senadores hubieran votado lo contrario, hoy serían tan respetados como ahora. No me sorprende ver a la gente de la Sociedad Rural –por favor, ingresen esa sigla en google y lean un poco su historia para luego decidir si los siguen apoyando – lo que si no deja de sorprenderme es ver a gente común y corriente apoyándolos. La torta es de ellos, entiéndanlo, nunca de los que estamos abajo. Me irrito cada vez que leo o escucho la concentración del pueblo, ver a esa manga de HIJOS DE PUTA cantar “Argentina, Argentina” o las estrofas del himno nacional. Pusieron en el tapete un montón de mentiras, que ellos lo hacían por el bien del país, para que la plata no se la lleve el gobierno y que le vaya a la gente, que la coparticipación estaba siendo burlada. Cuanta mentira, cuanta maldad concentrada. Entendamos de una vez que lo único que los mueve es la plata.
Me pregunto por qué no concentraron tanta gente cuando Menem, el mismo que estaba ayer defendiendo al campo, sacó los decretos que indultaron a los genocidas de este país. Jamás se les ocurrió cortar una ruta o hacer un paro de más de 100 días. Cuando la desocupación y la miseria llegaron a índices inauditos nadie salió a protestar ni a golpear cacerolas, recién lo hicieron cuando le tocaron sus ahorros.
Basta de mentiras. Quieren protestar, háganlo. Pero digan la verdad. “Me están sacando parte de mi ganancia y eso no me gusta, la quiero toda para mí”. Ese es el verdadero eslogan de la gente del campo. No me vengan con ninguna otra pavada.
Esto no quiere decir que esté con el gobierno. Un ejemplo. Toda mi vida, desde chico por mis padres y después por mi propia decisión, fui a las marchas del 24 de marzo y a la mayoría de las marchas de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Desde que se alinearon detrás de este gobierno no fui más. No me gusta Kirchner, ni Cristina, ni los Fernandez, ni los De Vido, es más, están muy lejanos de siquiera agradarme. Pero no tengo ninguna duda que los de enfrente son peores.
Sumo y sigo. Hasta que salió el resultado no paré de escuchar a los medios y a toda la gente decir que el aparato del gobierno estaba siendo usado para sobornar y comprar votos que hagan que la resolución en cuestión sea aprobada. A nadie se le ocurre sospechar que los pooles de siembra hicieron lo mismo. Nadie ni siquiera se lo preguntó. ¿Por qué? Acaso piensan que no tienen dinero suficiente. Si seguimos una lógica, apliquémosla para todos, no sólo para nuestros enemigos.
Sueño con ver el día en que las cacerolas suenen para pedir que no haya más hambre, que no haya más pobres, que las tierras sean devueltas a los pueblos originarios, que tengamos un país más justo, que se termine con la represión y los abusos policiales, para que no haya más violaciones, para que funcione el sistema judicial. ¿Será mucho pedir?
Dejo un texto de Galeano que me parece sirve para entender en donde estamos parados.
Desde el corazón de la jungla de cemento,
Saludos y que el corazón siga latiendo donde de por sí le toca, es decir…..a la izquierda.
El hambre
Un sistema del desvínculo: El buey solo bien se lame.
El prójimo no es tu hermano, ni tu amante. El prójimo es tu competidor, un
enemigo, un obstáculo a saltar o una cosa para usar. El sistema que no da
de comer, tampoco da de amar: a muchos condena al hambre de pan y a
muchos más condena al hambre de abrazos.
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