lunes, 29 de octubre de 2007

Sensaciones...

El voto popular dio su sentencia. Y es inapelable. La voluntad de la mayoría, así como la voluntad de la minoría no puede descalificarse porque uno no esté de acuerdo. Bastante sangre costó poder ir a votar, como para que uno ande descalificando lo que otros eligen. Cristina Fernández de Kirchner será la presidente de los Argentinos, aunque ella insista en decir que se dice presidenta, maltratando a quién se anime a decir lo contrario. Habría entonces que alcanzarle el Diccionario Panhispánico de Dudas editado por la Real Academia Española, que afirma que por su terminación "presidente" puede funcionar común al género. Y lo será desde el 10 de diciembre por los próximos cuatro años. Habrá que esperar entonces hasta el 2011 para poder volver a elegir. Y no tengo dudas de que lo mejor es tener que esperar hasta esa fecha. No nos olvidemos lo que trajeron las salidas apuradas de los gobiernos anteriormente. Si no fueron dictaduras, fueron a Menem en los 90 y a Duhalde y Kirchner en el nuevo siglo.
Ayer fue una jornada que dejó distintas impresiones. Felicidad por un lado. Cada uno pudo ir y depositar al candidato que mejor lo representara. Quién no lo hizo y recurrió al tradicional voto anti o contra algo perdió una gran oportunidad de elegir en libertad. Pero también preocupación. Por la vuelta de consignas tristes. Por imágenes que distan de lo que se quiere vender. Por ejemplo, mientras Cristina llamaba a la concertación y a la unidad de la sociedad, sus seguidores coreaban: “el gorilaje se queda sin ballotage”. Yo me pregunto, ¿Cristina querrá lo mismo que quiénes la votaron? Me es difícil pensar que la situación de los salteños, jujeños, de los habitantes del conurbano bonaerense vayan a cambiar en otros cuatro años de gobierno kirchnerista.
Cristina afirmó en su discurso que la diferencia conseguida, lejos de relajarla le aumentaba la responsabilidad. Soberbia de quién se sabe ganador. Acaso si hubiera perdido no tendría ya la suficiente responsabilidad con quienes le dieron su voto. Más aún, no tiene ya demasiada deuda asumida con quienes la votaron para senadora, banca a la que renunciará antes de tiempo para irse a la presidencia. Habría que ver cuantos senadores y diputados han renunciado a sus bancas para acceder a otros espacios de poder. Y no es cuestión de criticar al oficialismo, porque Macri también lo hizo. ¿Y quién queda cuando ellos se van? ¿Se lo comunican a quienes los votaron? ¿O ser senador y diputado es una responsabilidad menor? Basta de soberbia. Basta de sentirse dueños de la única verdad. La victoria no está en las urnas sino en la historia. Será el mañana, no el hoy, quién diga si Cristina asumió la responsabilidad que ayer afirmó contraer.
Y el trabajo será arduo. Lejos estarán de alcanzarle los mentirosos índices del INDEC o las reuniones con empresarios en el extranjero para asegurarles tierras, dinero y poder. Ya no queda nada para rematar. Ni siquiera la dignidad, que la hemos regalado ya tantas veces que parece imposible recuperarla. Quizás crean que esas palabras que tanto le gustan a los poderosos del norte, como Superávit fiscal, crecimiento sostenido, inversiones, marcos legales o que se yo cuantas, signifiquen algo para ese habitante de Villa Insuperable que cada día sale a ganarse el pan, o para un indio toba, discriminado y con sus tierras vendidas.
Mucho trabajo tiene Cristina. Casi todo el trabajo que había que encarar hace cuatro años y poco se hizo. Más allá de anuncios, llegó el momento de actuar. Basta de palabras, es hora de acción. Y esos mismos que ayer le dieron el voto se lo recriminarán o, sencillamente, esta bomba a punto de estallar reventará nuevamente y habrá que renacer, como se renació luego del 2001. Habrá que aguantar, porque otra no queda. Ha llegado la hora de que el gobierno se preocupe menos por si el superávit alcanza tal o cual número, y deberá concentrar sus esfuerzos en eliminar la injusticia social, la inequidad en la distribución de las riquezas. Tendrá que de una vez por todas realizar la necesaria reforma agraria, la expropiación de la patagonia en manos de potencias extranjeras, la recuperación definitiva del patrimonio público, como lo es la explotación petrolera. Deberá frenar con todo lo que esté a su alcance la penetración del paco y otras drogas mortales en los sectores bajos de la sociedad, que creció aceleradamente durante el gobierno kirchnerista. Pero no sólo por la condena de los pacatos hacia las drogas, sino porque estas son la nueva forma de exterminio de esos que sobran, esos que Eduardo Galeano denominó “los nadies, que valen menos que la bala que los mata”, esos que en Argentina abundan. Habrá que insistir con los Derechos Humanos del pasado (lucha necesaria) pero sin descuidar los derechos humanos del presente. Dejarles esa lucha a quiénes más la merecen, madres y abuelas y familias enteras, otorgándoles las garantías necesarias para que ninguna patota haga desaparecer testigos. Habrá que encarar un plan de vivienda serio y sostenido en el tiempo, para que nadie tenga que improvisar entre chapas y cartones su refugio contra el frío y las tormentas. Habrá que dejar de mirar hacia fuera, de pensar si somos bien vistos por el extranjero, y preocuparnos porque a la vuelta de nuestra casa la gente no se muera de hambre. Habrá que reformular los impuestos para que de una vez por todas, paguen más los que más tiene, para que no pague de impuestos el mismo porcentaje quien compra verdura y quién compra plasmas.
Hay muchos habrá. Demasiados. Pero el principal habrá es que habrá que hablar menos, y hacer más. Las villas no se erradican mejorando los índices macroeconómicos solamente, hace falta decisión. Esa es la mayor responsabilidad de Cristina…..la cumplirá? Tiene cuatro años por delante, no para terminar con todos los habrá, pero sí para mostrar que los quiere dejar atrás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Salud y que en las sumas y las restas gane el mañana.Qué es el mañana, si no la esperanza
La que un 40 y pico de votantes eligió el domingo. El futuro dirá si nos volvimos a equivocar,pero esta vez votamos por lo que creímos y no contra nadie. Y si no cumple con lo pensamos
(seguramente que dentro del 40% no deseamos lo mismo) ojala podamosa elegir una propuesta superadora a las actuales.
Hasta la victoria siempre
Alpargatas y libros sí
P
V
Dinosaurio peronista